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Salud Mental (preguntas más frecuentes)

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la salud mental es “un estado de bienestar en el que la persona realiza sus capacidades y puede hacer frente al estrés normal de la vida, trabajar de forma productiva y contribuir a su comunidad”. Es una definición en sentido positivo según la cual la salud mental es el fundamento del bienestar de cada persona y del funcionamiento eficaz de la comunidad.

La salud mental y el bienestar son fundamentales para nuestra capacidad colectiva e individual de pensar, manifestar sentimientos, interactuar con los demás, ganar el sustento y disfrutar de la vida. 

La salud mental concierne nuestro bienestar emocional, psicológico y social. 

Afecta la forma en que pensamos, sentimos y actuamos cuando afrontamos las situaciones de la vida. También ayuda a determinar cómo manejamos el estrés, nos relacionamos con los demás y tomamos decisiones. 

La salud mental es importante en todas las etapas de la vida, desde la niñez y la adolescencia hasta la adultez.

Las actividades de promoción de la salud mental de las personas adolescentes van destinadas a  fortalecer su capacidad para regular sus emociones, potenciar conductas alternativas a  los comportamientos de riesgo, desarrollar la resiliencia ante situaciones difíciles, es decir, la capacidad de superar adversidades.

La buena salud mental es importante para:

  • Hacer frente a los problemas de la vida.
  • Sentirse saludable y tener relaciones sanas.
  • Ser un aporte para la comunidad y trabajar en forma productiva.
  • Alcanzar el propio potencial.

 

La adolescencia es un periodo de maduración cerebral y reorganización de las conexiones. Tiene lugar el recorte de las conexiones no usadas y el fortalecimiento de las más usadas. La parte frontal, en concreto la llamada corteza prefrontal, es la que más tarda en madurar. Esta maduración prefrontal va a suponer avances cognitivos importantes: control de impulsos, pensamiento abstracto, planificación, planteamiento de hipótesis, es decir el surgimiento del pensamiento formal (diferencia entre lo ideal y lo posible, pensamiento deductivo, intelectualización, pensar sobre lo que uno piensa). Puesto que aún está en proceso de desarrollo, la persona adolescente puede mostrar comportamientos arriesgados sin medir bien las consecuencias. Con el tiempo se pasa de una mayor sensibilidad a la recompensa inmediata a retrasar la gratificación y esperar recompensa a más largo plazo. El estrés puede aumentar el desequilibrio entre el circuito de la recompensa y el circuito prefrontal.  

El cerebro adolescente tiene mucha plasticidad, es decir puede cambiar en función de la relación con el entorno, por eso son muy importantes las actividades creativas, pues ayudan a madurar y aprender.  

La identidad de la persona adolescente se va configurando poco a poco. Hay cuatro hitos a alcanzar en la adolescencia: independencia de las figuras parentales, aceptación de la imagen corporal, integración en la sociedad a través del grupo, y consolidación de la identidad. El desarrollo de la identidad va a depender de la superación favorable de los cuatro estadios previos del ciclo vital del ser humano (infancia, niñez temprana, edad del juego, y edad escolar), de la misma manera que el buen desarrollo de la identidad adolescente va a influir posteriormente sobre los estadios post adolescencia (juventud, adultez, vejez) para que éstos a su vez se desarrollen de forma favorable.

 

IDENTIDAD DE LA PERSONA ADOLESCENTE – 4 HITOS

 

Debido a que el cerebro todavía está en desarrollo, la juventud puede responder al estrés de manera diferente que las personas adultas. Algunas manifestaciones de la adolescencia no constituyen una enfermedad sino un proceso evolutivo (adaptativo). El diagnóstico diferencial entre la normalidad (crisis normal de la adolescencia) y el inicio de un trastorno psicopatológico es una tarea importantísima y se basa fundamentalmente en la intensidad de los síntomas, frecuencia, duración (más allá de un mes de forma persistente) e interferencia con el desarrollo de actividades académicas, familiares, sociales y de ocio habituales.

 
Los cambios continuos en el cerebro, junto con los cambios físicos, emocionales y sociales, pueden hacer que las personas adolescentes sean más vulnerables a problemas de salud mental. Por eso, es importante prestar atención consciente a las señales de alarma (ansiedad, irritabilidad, entre otras) que indican que hay que cuidar la salud. Es necesario dormir más de 8 horas, tener una alimentación equilibrada y hacer ejercicio físico, evitando consumo de sustancias que han demostrado ser neurotóxicas (alcohol y cannabis entre otras).

Un trastorno mental se caracteriza por la alteración significativa en alguna o varias de las funciones mentales: emociones (lo que sentimos), percepciones (la interpretación de las señales que entran a través de los órganos de los sentidos), cogniciones (lo que pensamos), conducta (cómo nos comportamos) y relaciones interpersonales. El trastorno se produce cuando estas alteraciones afectan al funcionamiento habitual de la persona, aparecen síntomas y señales, algunas de las cuales se indican a continuación:

  • Tristeza, malestar, angustia, que interfiere con la capacidad de estudiar, trabajar o relacionarnos. 
  • Cambios bruscos en el estado emocional (pasar de la felicidad a la tristeza de forma rápida y sin motivo aparente) o, lo contrario, tristeza o euforia constante que no se modifican por las circunstancias del entorno. 
  • Nerviosismo sin una explicación aparente. 
  • Disminución del interés por las actividades cotidianas, apatía, tendencia al aislamiento.
  • Abandono de hábitos previos, como la higiene, alimentación, paseos o actividades de ocio.
  • Cambios en el sueño, por exceso o defecto. 
  • Problemas con la atención y concentración.
  • Dificultades para mantener un pensamiento coherente, con saltos de un tema a otro, sensación de irrealidad o desconexión de sí mismo. 
  • Sensación de que la gente está en contra, habla o se ríe de ti. Sensaciones extrañas, como oír a alguien que te habla estando solo. 

 

Debe aclararse que no todos estos síntomas o señales tienen que darse a la vez y por el contrario, la sola presencia de uno de ellos no significa trastorno. La combinación de varios, en grados inquietantes que dificulten la vida normal de una persona, sí puede indicar el desarrollo de problemas mentales.

Mantenerse en buena forma física, alimentarse de forma saludable y dormir suficiente. Hacer deporte. La actividad física potencia los cambios positivos en el cerebro de las personas adolescentes, a través de la liberación de neurotransmisores,  del factor neurotrófico cerebral (BDNF) que es un factor protector, y de las endorfinas. A nivel psicológico influye el factor social, la persona se siente parte de un grupo. Se recomienda al menos 60 minutos diarios de actividad física vigorosa.

 

  • Meditar o practicar relajación.
  • Conectar con los demás,  fomentar intereses y red social.
  • Elegir la actitud que adoptar en la vida: Aceptación y compromiso con el propio bienestar y con nuestros valores: 
  • Desarrollar un sentido de significado y propósito en la vida.
  • Desarrollar habilidades para enfrentar problemas.
  • Obtener ayuda profesional si lo necesitas. 

La salud mental de las personas está determinada por múltiples factores sociales, psicológicos y biológicos. 

 

  • Existen factores predisponentes, por ejemplo, las presiones socioeconómicas, la pobreza y el bajo nivel educativo, las condiciones de trabajo o estudio estresantes, la discriminación de género, la exclusión social, los modos de vida poco saludables (consumo de alcohol y otras sustancias adictivas, falta de ejercicio, mala alimentación),  y mala salud física, los riesgos de violencia y violaciones de los derechos humanos.

 

  • También hay factores de la personalidad y psicológicos específicos que hacen que una persona sea más vulnerable a los trastornos mentales. Por último, algunos trastornos mentales también tienen causas de carácter biológico, dependientes, por ejemplo, de factores genéticos o de desequilibrios bioquímicos cerebrales.

 

  • Entre los factores desencadenantes  se encuentran los llamados acontecimientos vitales estresantes negativos (Oliva, Jiménez-Morago, Jiménez, & Sánchez-Queija, 2008), que requieren adaptación a dichas circunstancias, como el fallecimiento de un progenitor, ingreso por enfermedad, separación de los progenitores o ruptura de pareja. El efecto es mayor si se acumulan varios de ellos.

Los factores desencadenantes no afectan a todas las personas por igual. Se habla del modelo de las cuatro ‘P’ de comprensión de las enfermedades mentales, porque las manifestaciones dependen de la interacción cuatro dimensiones: 1) Factores Predisponentes, 2) factores Precipitantes, 3) factores Perpetuadores, 4) factores Protectores. Por tanto, para contrarrestar los efectos de los factores de riesgo, conviene reforzar los factores protectores, como el apoyo social y familiar, la autoestima y el apoyo del grupo de iguales. En caso de que esto no exista, se puede buscar una figura de confianza. 

MODELO DE COMPRENSIÓN DE LA ENFERMEDAD MENTAL

 

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