Si le ocurre a una persona cercana a ti

La familia tiene un papel importante, no sólo en la detección del problema sino también en todo el proceso de tratamiento, ya que la actitud de las personas más cercanas puede facilitar o dificultar los avances que el/la paciente va realizando.
 

  • Nuestros comentarios con la persona que lo padece NO deben centrarse en la alimentación ni en la apariencia. Transmite preocupación acerca de cómo se siente; evita consejos y/o debates, no es un problema que vaya a solucionarse con razonamientos; deja el tratamiento a los profesionales y ofrece tu apoyo emocional: ES INSUSTITUIBLE.

 

  • Habla clara y descriptivamente con la persona sobre lo que has observado o sobre tus propias sensaciones o miedos. Evita “trampas”, secretismos, rodeos o chantajes emocionales.

 

  • El objetivo de comunicarle lo que observamos o sospechamos no es que lo reconozca, sino que tenga conocimiento de que lo sabemos. Déjale claro tu preocupación y disponibilidad para ayudarle, sin discutir y sin utilizar técnicas alarmistas.

 

  • Evita luchas de poder. Nunca olvides que el objetivo final del tratamiento es que la persona adquiera el control de sí misma, no que la controlen  otros. Por eso es importante recordarle que tiene un papel activo en su recuperación; reconociendo y reforzando cada pequeño cambio que realiza, sin culpabilizar ni angustiar con prisas, entendiendo que es un proceso largo y con dificultades. Ten paciencia y no pierdas la esperanza.

 

  • Facilita  que pueda expresar de forma abierta y sincera sus opiniones y emociones. Promueve que tome sus propias decisiones en la medida de lo posible. Respeta su intimidad.

 

  • Recuerda que un cuidador no puede cuidar si no se cuida, por eso debes continuar desarrollando otras áreas de tu vida, sin permitir que el problema de alimentación te invada a ti también.

 

  • Es normal que surjan muchas emociones intensas durante todo este proceso. Es sano comunicarlas con el fin de acercarte emocionalmente a la persona pero evitando castigarla o forzarla a que haga lo que quieres. Permite que ella también exprese sanamente sus emociones, evitando personalizarlo. 

 

  • Transmite una actitud de aceptación y aprecio incondicional, pues está por encima de los errores, los logros o los fracasos. Un trastorno de alimentación pone trampas a todos; acepta los errores, los suyos y los tuyos. Recuerda y recuérdale que sois humanos e imperfectos.

 

  • Evita las comparaciones, ni siquiera para transmitirle un elogio positivo. Recuerda que cada persona es especial y única: no tiene sentido comparar.

 

  • Refuerza los pasos dados en su proceso de mejora, evitando hacer alusión a su peso y recordándole la responsabilidad que ha tenido en ello. Evita premiar la mejoría física más allá de las consecuencias naturales que se derivan de ello.

 

  •  Evita compararle con quien era “antes”. A menudo el cómo era antes forma parte del problema actual. Hay personas que antes del trastorno alimentario parecían “perfectos” porque eran lo que los demás esperaban de ellos, sin expresar lo que realmente querían, sentían o preferían: daban a los demás lo que esperaban a cambio de un elevado sufrimiento personal. Sabiendo eso, ¿deseas realmente que vuelvan a ser así las cosas?