Soy paciente crónico de 72 años de edad y desde hace dos décadas acudo regularmente a consultas con los especialistas y puedo decir que me han hecho "de todo", en el mejor sentido de la palabra, y conozco bien el Hospital Virgen de la Luz de Cuenca. Es una obviedad afirmar que uno va al Hospital porque algo falla, algo le duele o algo se ha roto. No es un lugar de ocio o recreo y, por tanto, según cada carácter, podemos sentirnos deprimidos, temerosos, angustiados, irritables, etc. Otros van con la esperanza de que se resuelvan sus males y lo hacen con tranquilidad, paciencia y confianza. Me apunto a esta segunda opción. Soy un defensor convencido de la Sanidad Pública porque es un logro histórico de la Justicia Social, el Humanismo y de la Democracia más avanzada. Creo que los pacientes debemos hacer lo posible por defender la Sanidad Pública y para ello lo primero sería fomentar la cercanía y la solidaridad con el personal sanitario. Ellos, a base de tratar a diario a mucha gente, saben lo que no está escrito sobre relaciones humanas y distinguen bien las reacciones negativas o positivas que se producen en un Hospital, lo cual no es nada fácil. Tienen mucho mérito. Está muy bien mostrarles apoyo con aplausos desde un confinado balcón, pero no basta. Cuando acudamos a un centro médico, centro de salud o al hospital, deberíamos mostrar amabilidad, corrección, confianza, empatía, etc. En suma: sincero RESPETO. Con respeto todo fluye, seguro. Los pacientes en conciencia estamos en deuda con ellos y más en estos tiempos tan confusos donde la pandemia se aprovecha para abusar de recortes, privatizaciones, trato laboral injusto, etc., que lleva a la Sanidad Pública a una zozobra inadmisible.

Quiero, finalmente, expresar mi agradecimiento de tantos años al personal de los centros de salud y del Hospital Virgen de la Luz por lo bien que me han tratado siempre, profesional y humanamente, lo que me ha hecho también ser mejor persona. Especialmente agradecido con el personal de la 6ª PLANTA DE HOSPITALIZACIÓN, donde me he sentido como en mi propia casa o, mejor aún, en casa de amigos.

Compañeros, ¡Salud!

Soy una persona con una enfermedad rara, fibrosis quística. Por este motivo he conocido ya algunos hospitales. En fechas recientes he tenido dos ingresos en el Hospital Virgen de la Luz de Cuenca por un proceso digestivo, que resultó estar motivado por el clostridium difficile. El primero en Medicina Interna y el segundo en Digestivo, en la habitación 404-1. Desde que atravesé la puerta de Urgencias el trato recibido por todo el personal del Hospital de Cuenca fue magnífico; la profesionalidad, excelente; las atenciones, innumerables e inmejorables; y la humanidad y afectividad recibida, inolvidables. Gracias a todos los profesionales por como me han cuidado, por facilitarme el poder simultanear el tratamiento de la enfermedad de base, la fibrosis (con sus aerosoles, pastillas...) y por permitirme colaborar con ellos en el control de la diabetes...etcétera. Así pues, desde el corazón: mi más profundo agradecimiento a todo el personal que me ha atendido, tanto en Urgencias como en Medicina Interna y en la 4ª planta de hospitalización. Al personal de limpieza, a los estudiantes de Enfermería en prácticas, a los auxiliares, a las enfermeras, a los especialistas que me realizaron las pruebas y, especialmente a Nutrición. También mi agradecimiento a las doctoras Miriam Viñuela y Laura Valiente, de Digestivo y la doctora Encarnación López, de Medicina Interna, así como a los residentes que les acompañaban. Pido disculpas si he omitido a alguien y también por no poder citar a cada uno por su nombre, tal y como me gustaría.

Con todo mi reconocimiento y gratitud. Siempre les estaré agradecido.